Tarot Osho Zen

Aislamiento

En nuestra sociedad, a los hombres en particular se les ha enseñado a no llorar, a poner cara de valiente frente a situaciones que pueden herirles y a no mostrar que tienen dolor. Pero las mujeres también pueden caer en esta trampa, de modo que todos nosotros, una vez u otra, hemos podido sentir que la única forma de sobrevivir consiste en esconder nuestros sentimientos y emociones, a fin de no volver a ser heridos. Si nuestro dolor es particularmente profundo, puede incluso, que  intentemos esconderlo de nosotros mismos. Esto puede hacernos fríos, rígidos, porque en el fondo sabemos que una pequeña rotura en el hielo puede liberar el daño y hacer que empiece a circular a través nuestro otra vez. 

* Las lágrimas, de los colores del arco iris, que surcan el rostro de esta persona son la clave para la ruptura de este “aislamiento-congelamiento”. Las lágrimas, y sólo las lágrimas, tienen el poder de fundir el hielo. Está bien llorar, y no hay razón para que te sientas avergonzado de tus lágrimas. Llorar nos permite liberar el dolor, nos posibilita ser amables con nosotros mismos y, finalmente, nos ayuda a sanar.

Somos infelices porque estamos muy indentificados con el ego. ¿Qué quiero decir cuando digo que permanecemos demasiado en el ego? ¿Y qué pasa exactamente cuando así lo hacemos? O bien estás en la existencia, o bien estás en el ego; no es posible estar en ambos al mismo tiempo. Estar en el ego significa estar apartado, estar separado. Estar en el ego quiere decir convertirse en una isla. Estar en el ego significa dibujar una línea fronteriza a tu alrededor. Estar en el ego significa hacer una distinción entre “soy esto” y “no soy eso”. 

La definición, el límite entre el yo y el no-yo es lo que define el ego: el ego aísla. Y te congela: ya no fluyes más. Si fluyes, el ego no puede existir. De ahí que la gente casi se haya convertido en cubitos de hielo. No tienen ningún calor, no sienten ningún amor. El amor es cálido, y le temen: en cuanto les llegue calor, empezarán a  fundirse, y los límites desaparecerán. En el amor los límites desaparecen; en la alegría también, ya que ésta no es fría.

OSHO, Zen: The Path of Paradox, vol. 1, cap 5

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